Testimonios fotográficos (II)

Las fotos (o grabados) de antaño, además de mostrarnos las imágenes perdidas de la ciudad, también nos recuerdan cosas que se hacían de vez en cuando, y que ya dejaron de hacerse. Como los arcos conmemorativos. Este fue levantado en 1858, con motivo de la visita a Valladolid de la reina Isabel II y otros miembros de la familia real (ASSMMYAA, a sus majestades y altezas). El lugar puede ser identificado gracias a la Puerta del Campo, o Arco de Santiago, que vemos un poco más allá, y que estuvo más o menos en lo que hoy es el cruce de la calle Santiago con Claudio Moyano. Es decir, que el arco conmemorativo estuvo en la Plaza Zorrilla, quizás donde hoy se sitúa la estatua del poeta. Estos arcos son una manifestación más de lo que se ha denominado arquitectura efímera, construcciones provisionales, las más veces con finalidad decorativa, que se levantaban rápidamente por un motivo puntual, y después desaparecían. Hoy sigue haciéndose, con un espíritu y una formalización diferentes, pero el origen de la costumbre se pierde en la noche de los tiempos; en nuestro país estuvo muy de moda en la época de las grandes monarquías absolutas, aunque después continuó, incluso celebrando hechos muy diversos que tenían cierta relevancia en la ciudad. Cualquier cosa podía ser digna de un arco conmemorativo. Y un arco conmemorativo podía tener casi cualquier forma y escala, según el estilo del momento. Algunas muestras de lo efímero han llegado a hacerse permanentes, por el aprecio que despertaron, la casualidad, o un cuidado no previsto; lástima que no podamos encontrarlas en nuestra ciudad. ¿O el arco de ladrillo es una de ellas?