Una visión crítica sobre los constantes cambios urbanos que se ven y se sienten (que yo veo y siento) en esta ciudad.

Nombre:
Lugar: Valladolid, Castilla y León, Spain

domingo, octubre 30, 2011

Otro igual

Hace unas semanas que se abrió el proceso de revisión del Plan General de Ordenación Urbana. De momento, se ha convocado el concurso para la adjudicación del contrato, y se van a dedicar a ello 1.200.000 euros. Algunas voces se hicieron oír diciendo que la operación debiera realizarse desde dentro del Ayuntamiento, desde las propias oficinas de los técnicos que trabajan allí. No sé si el estado de sospecha permanente que se cierne sobre el área de urbanismo desde hace meses permitiría un trabajo libre de dudas; seguramente sea buena la participación también de gente de fuera de "la casa". Pero, ¿qué gente? Muy fácil, los pliegos del concurso dan la respuesta: "- Un Jefe de Equipo con la titulación de Arquitecto o Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.- Dos Arquitectos colaboradores, uno al menos, especializado en el tratamiento de Centros Históricos.- Un Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos colaborador.- Un Asesor Economista.- Un Asesor Sociólogo.- Dos Licenciados en Derecho, especializados en urbanismo. Al menos uno de ellos con experiencia en aplicación de la normativa urbanística autonómica de Castilla y León.- Un Asesor en Medio Ambiente.- Un Asesor Geógrafo.- Un Técnico asesor en Cartografía y Geodesia.- Un Titulado Superior asesor en Informática y Sistemas de Información Geográfica y con experiencia en su aplicación al planeamiento general y a la ordenación territorial." Por lo menos doce personas, cuatro de ellas con dedicación plena, y con mínimos de experiencia de entre 5 y 15 años. Dudo que haya en toda la ciudad ninguna empresa que reúna en su plantilla habitual (y mucho menos ahora) toda esa retahíla de características, así que, muy probablemente, los concursantes acudirán al recurso de las uniones temporales de empresas y las "colaboraciones" para ampliar la lista de efectivos disponibles, con las consecuencias que eso implica; y seguro que también se anima a participar gente de fuera, que a lo mejor no se ha acercado en su vida por aquí. Es legítimo, porque, al fin y al cabo, el concurso es abierto y los dos factores que más valen para la adjudicación (el 50% de la puntuación) son la baja económica y la reducción de plazos. Y después, la experiencia en trabajos semejantes, y tal. Ninguna referencia en los pliegos a la vinculación con la ciudad, al conocimiento previo de la misma, nada. Así, parece difícil que el resultado sea muy distinto de lo que se hace en cualquier otro sitio.

viernes, septiembre 30, 2011

Tales para cuales

No debería ser posible una visión semejante. Al menos, no debería poderse tener esta perspectiva desde un sitio del casco histórico de una ciudad que no sea una torre en el sentido más tradicional del término. Significa que hay algo extraño, ajeno, mucho más alto que lo de alrededor. Y tan sobresaliente objeto sólo puede ser un moderno edificio de viviendas (o de otro uso, pero parecido aspecto). Casos como este son frecuentes en muchos centros de viejas ciudades, pero en Valladolid podemos ¿presumir? de abundancia y variedad. Fueron unos años en los que se empezaba a configurar el concepto contemporáneo de máximo rendimiento económico del suelo sin ningún tipo de recato y sin la menor concesión a nada de lo que entonces se llamaba "histórico-artístico". Decían que era la llegada de la modernidad, pero dudo que incluso entonces se creyeran realmente el discurso. Y lo más curioso es que el poder público (aunque en nuestro país no emanara de la soberanía popular) se mostraba complaciente. Veamos un ejemplo. Un edificio de finales de la década de los 50 del pasado siglo. Pasar la mañana echando un vistazo al proyecto en el archivo municipal nos ofrece interesantes datos. Uno de ellos es que la documentación técnica que se exigía en esos tiempos era escasa e imprecisa. Pero lo mejor viene ahora. La altura máxima permitida para edificios en la zona interior de la ciudad era de 30 metros, nada menos; pero aun así, nuestro edificio se pasaba por 40 centímetros. El fondo máximo permitido era de 25 metros (nada menos, también), que igualmente se rebasaban (se ocupó el 100% de la parcela). Los patios interiores debían tener un círculo inscrito de un diámetro igual o mayor a 1/6 de la altura del edificio, lo que tampoco se cumplía. El arquitecto municipal dio informe desfavorable, como no podía ser de otra manera, que elevó a la comisión municipal. La respuesta de los ediles fue que 40 centímetros de más eran poca cosa frente a los 30 metros permitidos; que como la parcela era irregular y en uno de sus lados no llegaba a tener 25 metros de fondo, aunque se pasase en el otro lado, una cosa por la otra; y que como el primer piso era para oficinas, donde no se iba a vivir, no hacía falta contar esa planta para el cómputo de las medidas mínimas de los patios. Y así se hizo. Pero esa comisión exigió, como implacable gesto de autoridad, que se decore la fachada trasera del edificio, porque se ve desde la calle del otro lado de la manzana (cómo la dejarían al principio...). En fin, unos y otros, los que promovían y los que autorizaban, eran tales para cuales.