Una visión crítica sobre los constantes cambios urbanos que se ven y se sienten (que yo veo y siento) en esta ciudad.

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Lugar: Valladolid, Castilla y León, Spain

viernes, septiembre 30, 2011

Tales para cuales

No debería ser posible una visión semejante. Al menos, no debería poderse tener esta perspectiva desde un sitio del casco histórico de una ciudad que no sea una torre en el sentido más tradicional del término. Significa que hay algo extraño, ajeno, mucho más alto que lo de alrededor. Y tan sobresaliente objeto sólo puede ser un moderno edificio de viviendas (o de otro uso, pero parecido aspecto). Casos como este son frecuentes en muchos centros de viejas ciudades, pero en Valladolid podemos ¿presumir? de abundancia y variedad. Fueron unos años en los que se empezaba a configurar el concepto contemporáneo de máximo rendimiento económico del suelo sin ningún tipo de recato y sin la menor concesión a nada de lo que entonces se llamaba "histórico-artístico". Decían que era la llegada de la modernidad, pero dudo que incluso entonces se creyeran realmente el discurso. Y lo más curioso es que el poder público (aunque en nuestro país no emanara de la soberanía popular) se mostraba complaciente. Veamos un ejemplo. Un edificio de finales de la década de los 50 del pasado siglo. Pasar la mañana echando un vistazo al proyecto en el archivo municipal nos ofrece interesantes datos. Uno de ellos es que la documentación técnica que se exigía en esos tiempos era escasa e imprecisa. Pero lo mejor viene ahora. La altura máxima permitida para edificios en la zona interior de la ciudad era de 30 metros, nada menos; pero aun así, nuestro edificio se pasaba por 40 centímetros. El fondo máximo permitido era de 25 metros (nada menos, también), que igualmente se rebasaban (se ocupó el 100% de la parcela). Los patios interiores debían tener un círculo inscrito de un diámetro igual o mayor a 1/6 de la altura del edificio, lo que tampoco se cumplía. El arquitecto municipal dio informe desfavorable, como no podía ser de otra manera, que elevó a la comisión municipal. La respuesta de los ediles fue que 40 centímetros de más eran poca cosa frente a los 30 metros permitidos; que como la parcela era irregular y en uno de sus lados no llegaba a tener 25 metros de fondo, aunque se pasase en el otro lado, una cosa por la otra; y que como el primer piso era para oficinas, donde no se iba a vivir, no hacía falta contar esa planta para el cómputo de las medidas mínimas de los patios. Y así se hizo. Pero esa comisión exigió, como implacable gesto de autoridad, que se decore la fachada trasera del edificio, porque se ve desde la calle del otro lado de la manzana (cómo la dejarían al principio...). En fin, unos y otros, los que promovían y los que autorizaban, eran tales para cuales.