
El título de este texto no presupone actitud general ni a favor ni en contra; sólo pretendo hacerme eco de cierto debate que de vez en cuando (quizás menos de lo que debería) surge entre la opinión pública de la ciudad (tampoco demasiada opinión, la verdad), y explicar mi posición, sin más aspiraciones. Este edificio es el Centro Cívico "Bailarín Vicente Escudero", situado cerca de la iglesia de San Juan. Su arquitecto, si no me equivoco, es el mismo que firmó el nuevo bloque de VIVA, frente a San Benito. Coincidiremos en que ambos edificios son lo que podríamos llamar
modernos, en una acepción comúnmente aceptada del término. Entonces, ¿por qué uno (este) me parece mucho más acertado que el otro? Porque existe una diferencia fundamental, el
lugar. En el caso de la foto, un entorno carente de cualquier atractivo urbano y estético, y con escasez de dotaciones; en el otro, pleno centro de la ciudad. La arquitectura moderna (o contemporánea, comoquiera decirse) es un interesante instrumento para
cualificar un lugar, aportarle un valor añadido que no tiene, además de resolver posibles problemas funcionales. Algo tan simple como pasear por esa zona se hace ahora un poco más agradable gracias a ese elemento que destaca por sus formas, colores y materiales; se ha convertido en una referencia que no existía. Pero cuando tenemos un entorno urbano totalmente consolidado (como es un centro histórico en general, y la zona de San Benito de Valladolid en particular) y además con diversos hitos o focos singulares que destacan tanto por su historia como por su escala y su formalidad, resulta muy difícil justificar la inclusión de un edificio que, no sé si por exigencias del programa o por otras razones, se convierte en un competidor de lo que ya existe a su alrededor (fundamentalmente por escala, pero también por sus formas tan abstractas). Creo que las maneras de intervenir en la ciudad histórica deben regirse, más que por imposiciones de épocas (de antes o de ahora), de estilos o de exigencias oficiales, por la
mesura.