Una visión crítica sobre los constantes cambios urbanos que se ven y se sienten (que yo veo y siento) en esta ciudad.

Nombre:
Lugar: Valladolid, Castilla y León, Spain

viernes, abril 29, 2011

El ambiente, o el entorno, y adaptarse

Las relaciones entre urbanismo y derecho son hoy tan estrechas que hace más falta saber de leyes, reglamentos, normativas y demás, que de cómo mejorar una ciudad; aunque puede que sea bastante más difícil esto que aquello. Entre los deberes que en la actualidad mencionan todas las leyes de suelo o urbanismo está el de la adaptación de las construcciones al ambiente, o al entorno; en Castilla y León, la ley dice ambiente, y el reglamento dice entorno; tomémoslo por la misma cosa. Sin embargo, el reglamento pone un matiz importante que no menciona la ley: ese deber de adaptación ha de ser concretado en forma de determinaciones justificadas o en forma de condiciones que se impongan. O sea, que no basta con la tan manida expresión "adaptación al ambiente"; hay que decir más cosas, hay que definir qué es eso. Resulta curioso que algo que no fue regulado nunca (son pocas y escuetas las ordenanzas históricas en este sentido) y que fue respetado de una forma tácita o inconsciente, quizás por simple lógica y coherencia, o por un elemental respeto social, tenga que ser ahora tan minuciosamente ajustado, so pena de propiciar las más espantosas aberraciones edificatorias. Es consecuencia de la conversión de la ciudad en producto mercantil, por encima de hábitat humano. En la foto vemos una obra en la avenida de Santander, en el plan parcial Los Viveros, llamado así, supongo, por una conocida empresa de plantas que estaba allí antes; también había huertas; un gran espacio sin edificios, en suma. A un lado de esos terrenos está el barrio España (en la foto, a la izquierda); a otro, el barrio de San Pedro (al fondo); los dos son bien conocidos en Valladolid por su tipología residencial y humana: casitas bajas, más bien pobres, de una planta o dos. Me da la sensación de que ese edificio, cuatro o cinco veces más alto que los de la zona, y pegando al borde mismo de la parcela, para impresionar más al viandante que pasa por la acera, no se adapta muy bien al ambiente. Pero ahí está. Probablemente, de haberse obligado a una "adaptación al ambiente", quienes eran o son dueños del suelo o promotores de las construcciones habrían mostrado un airado desacuerdo, afirmando que se atentaba contra sus derechos fundamentales. Pero aun permitiendo un lucro alto, hace falta una sensibilidad bastante atrofiada para traer ese bloque casi hasta la misma carretera. Aunque seguro que algunos piensan que tomar al pie de la letra la "adaptación al ambiente" puede llegar a ser contraproducente en un entorno degradado; no nos engañemos; lo habitual es que esa degradación haya sido producto precisamente de una previa falta de "adaptación".