Una visión crítica sobre los constantes cambios urbanos que se ven y se sienten (que yo veo y siento) en esta ciudad.

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Lugar: Valladolid, Castilla y León, Spain

miércoles, diciembre 29, 2010

De árboles y otras hierbas (IV)

Vueve a la actualidad el aparcamiento de la Antigua; ya casi se le llama así, como si estuviese destinado a los usuarios de la iglesia, o se fuese a construir bajo ella. Hace tres años me referí a él, haciendo hincapié en la dificultad de aparcar en el centro como desventaja inherente al hecho de residir en él o acudir a él, como peaje necesario para compensar las ventajas o los privilegios de vivir allí, o como circunstancia disuasora para que el visitante ocasional se acerque andando o en medio de transporte público. Pero esta vez me voy a referir a los árboles, después de los meses que lleva vallado el entorno debido a las excavaciones arqueológicas que se realizan, sin que podamos disfrutar de un lugar singularmente agradable, desde el que se puede contemplar la iglesia bajo la única sombra vegetal que existe hoy en todo el conjunto catedral-Antigua. No creo que nadie niegue hoy la bondad de los árboles en las ciudades, por mucho que hagan trabajar a los barrenderos en otoño si son de hoja caduca; en concreto, la mayoría de los que se encuentran aquí son coníferas, perennes, plantadas después de la destrucción del caserío de la zona en los 70. Incluso esta bondad, a veces, se ve reflejada en la normativa urbanística, como ocurre en el artículo 109 del PGOU, titulado "Plazas arboladas y plazas de fiestas", en el que se mencionan varios espacios que "conservan (o han de recuperar) el carácter mixto de plazas-jardín, que ha de reforzarse, cuidando su arbolado sin perjuicio de su condición también recreativa." Una de esas plazas es la de la Antigua, desde la que está hecha la foto, hace tres años. Esta perspectiva todavía existe, aunque hoy no sea posible acercarse al punto concreto por las vallas antes mencionadas. El aparcamiento subterráneo hará desaparecer los árboles, sustituidos, probablemente, por ornamentos enmacetados o, en el mejor de los casos, por hileras relegadas a extremos periféricos, igualmente de adorno, como ha sucedido en la plaza Portugalete (la de la catedral) que también sale en esa lista de "plazas arboladas", pero eso no impidió que eliminaran buena parte de su vegetación. Esta vez, el Ayuntamiento quiere evitar cualquier contratiempo (judicial), y está modificando puntualmente el Plan General para permitir la obra, motivo por el que el proceso lleva tanto tiempo de demora. Incluso la Dirección General de Patrimonio de la Junta parece que teme dar el visto bueno definitivo, pidiendo una y otra vez más información por aquí o por allá. Pero ni a Junta ni a Ayuntamiento parece importarles mucho los árboles; les interesan más los restos arqueológicos (más concretamente su "visibilidad" tras la construcción del aparcamiento); y la torre románica de la iglesia, que va a quedar a unos pocos metros del agujero. Porque seguro que, con las técnicas actuales, no va a pasar nada, pero si pasara...